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¿Quién Soy?

Debo admitir que lo más parecido a mí que habría podido construir con palabras, es precisamente este blog. Un espacio irreverente, cuestionador empedernido.

El 25 de Julio de 1984 nací en una ciudad cubana, Bayamo, que habría costado encontrar en un mapa si en ella no se hubiera escrito y cantado el Himno Nacional, y si el acto de barbarie patriótica más famoso de nuestra Historia no hubiera acontecido también aquí: la quema de toda la urbe, para impedir que los españoles volvieran a tomarla.

Menciono el día de mi nacimiento como algo fortuito: jamás, en mi vida adulta, he celebrado la fecha. Creo que nunca lo haré.

Nunca conseguí sentirme especialmente feliz ese día, como se supone que debería ser. De hecho, si felicito a mis amigos, a mi familia, en sus días de marcar es por elemental solidaridad: sé que para ellos sí es importante. No porque lo sea para mí. Como tampoco lo es ninguna fecha de tradiciones.

Pero como todo en la vida es equilibrio, pura compensación, el amor que le sustraje a las tradiciones lo deposité en una palabra que, en mi idioma, tiene apenas cuatro letras. Arte.

No podría describir mejor mi personalidad que como alguien que, a medianoche, se siente desamparado por no poder llamar a alguien, a esa hora, y leerle un fabuloso párrafo de Cortázar o de Borges. O como alguien que luego de ver el ballet El Lago de los Cisnes, por primera vez en su vida, no quiere salir del teatro de vuelta a la realidad.

Los libros han sido el principio, y quiero que sean el final de mis días. Los dos primeros que recuerdo haber leído, no sé en qué orden, se los debo a quien además me enseñó a leer: mi madre. Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, y Cuentos del Bosque Frondoso, de Nathaniel Hawthorne. No diré que con apenas seis o siete años de edad me los leí decenas de veces, porque nadie me lo creerá.

Sin embargo, si la respuesta a una manida pregunta se transformara en realidad algún día, yo, en caso de volver a nacer, no quisiera ser el periodista que soy ni el escritor que pretendo ser. Sería músico. Me declaro un maníaco de Pink Floyd, de Metallica, de U2. Miro a sus vocalistas en escena y siento una envidia casi malsana. Siempre lo he pensado: los músicos, como pocos artistas, disfrutan sus obras con una intensidad peculiar. La música –prioritariamente el rock- juega en mi vida un papel tan fundamental, describe tan bien mi personalidad, que estoy seguro de que sin la música que he escuchado en mi vida, no podría escribir.

Al cine le tengo un agradecimiento doble: gracias a películas de medio mundo pude comer durante los dos años que escribí un programa televisivo de análisis cinematográfico. La piratería institucionalizada en Cuba, permitió que un joven estudiante universitario se cubriera los gastos mientras estudiaba en Santiago de Cuba.

He dejado para el final mis presupuestos políticos, con toda intención. Creo que es un mal necesario y comprensible que este blog haya visto la luz bajo las sombras de la política. Cuando se vive en un país donde hasta el canto de los gorriones tiene un tono ideológico, resulta difícil creerse libre y no molestarle a alguien.

Mi expulsión del único centro laboral al que he pertenecido, podría definirse como la crónica de una muerte anunciada. Lo extraño e incomprensible para muchos amigos, era que alguien no militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, con marcadas preferencias por autores “enemigos” del régimen (Mario Vargas Llosa, Milan Kundera, Carlos Alberto Montaner), y que jamás había titubeado para expresar públicamente lo que pensaba sobre cualquier aspecto, no hubiera sido “neutralizado” por el sistema.

¿Me defino como un enfrentado, un ciudadano beligerante? La verdad es que no. Me defino como un cubano a quien no le hacen cuentos: todos nacimos con una verdad propia, y esa verdad, nadie nos la puede anular. Ni un líder a quien la Historia se encargará de juzgar, ni un sistema totalitario, ni compatriotas descarriados cuya esencia y razón de ser, es la maldad y la exclusión.

 

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